Al cumplir la edad reglamentaria un anciano se presentó al Seguro Social a tramitar su pensión por vejez. La funcionaria detrás de la ventanilla le pidió un documento de identidad para verificar su edad. Buscó en todos los bolsillos, pero finalmente se dio cuenta que había dejado su documento de identidad en la casa. Le dijo a la oficinista que lo sentía mucho, que iría a la casa y volvería más tarde. En eso, la oficinista le dijo: 'Espere, desabotónese la camisa'. Lo hizo y mostró los abundantes, pero canosos vellos del pecho.
Entonces ella comentó:
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