Viajaban en el ómnibus los mismos personajes del cuento anterior: la joven madre (bastante robusta), su bebé y el caballero.
La señora estaba sentada amamantando a su bebé y el caballero estaba de pié frente a ellos y los miraba detenidamente.
La señora cambiaba de posición al bebé, se acomodaba de lado o le ofrecía el otro pecho y el hombre no dejaba de observarla.
Pasados unos minutos la señora ya muy incómoda con el mirón lo emplaza:
- Óigame usted, qué tanto mira, ¿Nunca ha visto a una mujer alimentando a su bebé?
- Perdone señora, es que estoy intrigado..
- ¿Así? ¿Y qué le intriga?
- Es que no entiendo si su bebé ¡Está chupando o soplando!