Un buen día notó que la producción de huevos había disminuído notoriamente y decidió investigar.
Descubrió que algunas de sus gallinas ponían huevos y luego los rompían a picotazos entonces fué a visitar a Don José el granjero vecino.
- Don José, por favor necesito su consejo, resulta que mis gallinas se comen sus propios huevos, ¿qué puedo hacer?
- Doña María, no se angustie, la solución es fácil, vaya usted a la tienda del pueblo y compre unos huevos de plomo, los pinta de blanco y los pone en el gallinero.
- ¿Y eso para qué? preguntó Doña María
- Las gallinas no podrán diferenciar los huevos de plomo de los verdaderos y al querer comerlos les va a doler mucho y dejarán de hacerlo.
- ¡Muchas gracias Don José, voy al pueblo inmediatamente!.
Al llegar al pueblo fué a la tienda pero no estaba el dueño, Don Felipe entonces empezó a llamarlo
- ¡Don Felipe, Don Felipe!
Don Felipe era un anciano muy enfermo y vino caminando muy lentamente ayudado de su bastón
- Si Doña María, ¿qué puedo hacer por usted?
- Don Felipe, dijo Doña María, ¿Tiene usted huevos de plomo?
- No señora, ¡¡es el reumatismo!!