En el cuartel general de la CIA se realizaba el exámen de admisión para agentes de campo. Solo tres postulantes habían llegado a la prueba de lealtad absoluta, que era la última y definitiva. Eran un neoyorkino, un texano y un piurano nacionalizado gringo.
Pasa el neoyorkino, le dan una pistola 9mm y le dicen: en la habitación contigua está su mujer, queremos que le dispare y la mate. Cree usted que pueda hacerlo? Por supuesto que sí responde el candidato. Pasan cinco minutos sin oírse ruido alguno, luego sale el neoyorkino triste y acongojado por no haber podido cumplir el encargo.
Hacen pasar al texano y le piden que mate a su novia a balazos. Entra muy seguro de sí mismo pero a los diez minutos sale llorando y diciendo que el amor que siente por ella es demasiado grande para hacerlo.
Le toca el turno al piurano, a quien le piden que mate a su esposa con la 9mm. Entra a la habitación contigua, cierra la puerta y de inmediato se oyen cinco balazos, luego gritos desgarradores y un tremendo ruido de muebles rotos. Cesan los ruidos, se abre la puerta, y sale el piurano con la cara rasguñada, la ropa destrozada, todo sudoroso diciendo:
- ¡Guaaaa! ¿Para que le pusieron balas de salva a la pistola? He tenido que matar a mi mujer a silletazos.