Un lechero vasco que se está muriendo en el hospital reúne a sus dos hijos,
su
hija y
su esposa y, rodeado por todos ellos y su enfermera, les
reparte su herencia
A ti, Pedro, mi hijo mayor, te dejo las casas de Indautxu.
A ti,
hijita, te dejo todos los apartamentos
de la Plaza Elíptica!
A ti,
Carlitos, por ser mi hijo menor, con un
gran porvenir, te dejo las oficinas del Centro Iberdrola.
Y a ti,
mi querida esposa, el edificio de las
Torres de Isuzaki.
La
enfermera, impresionada, le dice a la esposa:
Señora,
su esposo es muy rico, ¡Les está legando muchas propiedades!
Y la esposa, sin perder el tiempo le responde:
¡Qué
rico ni qué mierda!
¡Esas
son las rutas por donde reparte la leche!