Un par de zapatos que no usaba frecuentemente necesitaba ser arreglado así que los llevé al zapatero.
Al día siguiente me fuí de vacaciones por varias semanas y me olvidé completamente de ese par de zapatos.
Ocho años después encontré en un cajón de mi mesita de noche el recibo que me dió el zapatero.
Pensando que tal vez los habría perdido fui a ver al zapatero y le enseñé el recibo.
Uff me dijo, señor los dejó hace ocho años, déjeme buscarlos.
Después de 90 minutos salió con los zapatos, ¿Estos son sus zapatos? preguntó.
- Sí, le respondí, pensé que los había perdido, ¿Me los llevo entonces?
- No, respondió, estarán pasado mañana