En la capital, el Oispo más antiguo del País estaba en el hospital en su lecho de muerte.
Siempre fue muy conocido y respetado por sus servicios a la comunidad.
Este llama a la enfermera
- ¿Si Padre, dígame qué puedo hacer por usted?
- Hija mía, me quedan pocas horas de vida y quisiera ver al Presidente y al Presidente del Congreso antes de entregar mi alma a Dios.
- Veré que puedo hacer Padre
- La enfermera se las agencia para hablar con el Edecán y le trasmite el mensaje.
De camino al hospital el Presidente comenta
- No sé para qué quiera vernos este sacerdote pero sin duda mejorará nuestra imagen
- Cierto señor Presidente, responde el Presidente del Congreso
Al llegar al lado del agonizante, éste toma la mano del Presidente con su mano derecha y al Presidente del Congreso con su mano izquierda.
Luego de unos minutos de silencio el Presidente pregunta
- Padre, de todas las personas que usted podría haber escogido, ¿Porqué a nosotros en su lecho de muerte?
- Siempre he tratado de imitar a Nuestro Salvador en todo aspecto. . .y ahora más que nunca...
- Amén, dicen los visitantes
- Así es hijos míos, Jesús murió entre ladrones y. . . ¡Yo quiero hacer lo mismo!