En un pequeño pueblo, el curita perdió su bicicleta y por mas que la buscaba no la podía encontrar, así que decidió mencionarlo en el sermón del Domingo ya que todos estarían allí.
- Hermanos, tengo que comunicarles que alguien ha robado mi bicicleta, si, la que uso para ir a verlos cuando están enfermos o para darle los últimos sacramentos a los moribundos así que quien lo haya hecho, por favor póngase de pie y yo lo perdonare.
Nadie se puso de pie…
- Están pecando contra los mandamientos de la ley de Dios,
- El primero, amar a Dios, ustedes no aman a Dios porque a mí, que soy su ministro, le han robado la bicicleta.
- El segundo, honrar a su padre y a su madre, ustedes no honran a sus padres porque han cometido un hurto.
Y así va recorriendo uno a uno los mandamientos..
- El noveno, no desear a la mujer de tu prójimo…
mierda, ya me acordé donde dejé la bicicleta!