- Una señora mayor va a ver a un urólogo..
- Doctor, necesito su ayuda urgentemente.
- ¿Qué ocurre señora, qué le molesta?
- No soy yo, es mi marido quien hace ya unos meses ni siquiera me toca y eso a mi me tiene desesperada doctor.
- No se preocupe señora, eso pasa frecuentemente en los hombres que a cierta edad les disminuye el libido y el interés en el sexo, pero eso se trata fácilmente con una pastillitas.
- Ay doctor, ¡que alivio! ¿Y cómo se llaman esas pastillas, me las puede recetar?
- Vea señora, por casualidad tengo a mano un frasco de muestras médicas con 500 pastillas, usted le da una pastilla al día a su marido, se disuelve fácilmente en cualquier líquido, café, agua, vino y no tiene ningún sabor y verá que lentamente, poco a poco, al cabo de unos meses todo volverá a ser como antes.
- ¡Mil gracias doctor!
Una semana después se encuentran en un centro comercial el doctor y la señora..
- Ay doctor, ¡ni se imagina lo que ha ocurrido, es terrible, espantoso!
- ¿Que ocurre señora, le cayeron mal las pastillas a su esposo?
- No doctor, estábamos cenando y un descuido y en medio de mi desesperación le puse medio frasco de pastillas en el vino.
- Pero señora, yo le dije una pastilla al día…¿y qué ocurrió?
- ¡Se le salieron los ojos, se puso como un loco, me rompió el vestido y me desnudó, me hizo el amor en la silla, luego en el suelo, después encima de la mesa, tiró todo al piso, rompió la vajilla! Ay doctor, ¡fue terrible!.
- ¡Caramba señora! Se siento un poco culpable por no haberle advertido de la potencia de las pastillas, permítame por lo menos pagar la vajilla que rompió.
- Ay no doctor, a ese restaurante ¡no vuelvo ni de broma!