Un borracho, casi cayéndose, entra a un restaurante y se sienta en una butaca de la barra.
Pide vino y comienza a tomar.
Poco después entra al restaurante un hombre, bien vestido, se sienta a una mesa, llama al mozo y pide un pollo con papas fritas y aclara:
- Mozo, el pollo tiene que ser criado en Chincha. Mire que otro no me gusta.
El borracho que estaba en la barra, para la oreja.
Vuelve el mozo y sirve el pollo con papas fritas. Antes de retirarse, el hombre le dice:
- Espere mozo. Entonces agarra el pollo por las patas, le mete del dedo en el trasero, se huele el dedo y dice: Este pollo no es de Chincha. Este pollo fue criado en la granja Los Mirasoles de Lurín. Le digo más, la granja está en la calle Independencia 1135. Así que, mozo retire esto y tráigame, por favor un pollo de Chincha.
El mozo, asombrado, pide disculpas y retira lo que había traído.
El borracho, que había escuchado todo, no lo podía creer.
Se refregaba los ojos, se pellizcaba. Tomaba más vino y estaba muy inquieto.
Vuelve el mozo, con otro pollo.
El parroquiano, realiza la misma operación: toma el pollo por las patas, lo levanta, le mete el dedo en el trasero, se huele el dedo y le dice:
- Mozo, nuevamente, este pollo no es de Chincha; es de Huaral; de la granja La Humareda, que está en la calle 28 de Julio 510. Hágame el favor de retirar esto. Voy a tomarlo como un mal entendido y esta vez tráigame un pollo de Chincha, por favor.
El borracho, entendía menos que antes; se golpeaba la cabeza, daba vueltas a la silla, se pellizcaba. Estaba reloco y tomaba más vino.
Volvió el mozo y sirvió el pollo. El hombre realizó la misma prueba y dijo:
- Ahora sí. Este sí es un pollo de Chincha y es de los mejores; de la granja Guadalupe que está en el jirón San Juan 852. Y se dispuso a comer.
El borracho se cayó de la butaca. Se pegaba la cabeza contra la barra y siguió tomando vino.
Cuando el señor terminó de comer, llamó al mozo y le pidió la cuenta.
Entonces el borracho como pudo, se paró, chocando contra las mesas se fue hasta la puerta y se paró, tambaleándose, en el marco de la misma, impidiendo la salida.
Cuando llegó el hombre, el borracho le dijo:
- Perdóneme señor, pero escuché lo que le pidió al mozo y vi lo que hizo con los pollos que le sirvieron y quiero pedirle un favor.
El hombre, muy servicial, le dijo:
- Pero como no. ¿En qué puedo ayudarlo?
- ¿Puede meterme el dedo en el culo y decirme donde vivo? ¡Porque me perdí!
