Unas monjitas tenían bajo su cuidado varios hospicios y entre sus labores estaba asegurarse que todo lo necesario para la higiene personal de los ancianos estuviera en orden.
Así un buen día dos de ellas llevaban en su auto 50 bacinicas para repartir entre las diversas casas para ancianos, sin ambargo no prestaron atención que el vehículo se encontraba bajo de gasolina y lógicamente el auto se detuvo cuando se le acabó la gasolina.
Angustiadas las monjitas no sabían que hacer hasta que por fín se dieron cuenta que había una estación de servicio a unos cincuenta metros y fueron a comprar combustible.
El dependiente les dijo que necesitaban un recipiente de lo contrario no podría venderles gasolina; lo único que se les ocurrió fue llevar unas cuantas bacinicas para traer la gasolina.
Y así fue, cada una llevaba dos bacinicas con combustible y le pusieron a su auto, cerca de ahí estaban dos protestantes observando a las monjitas.
- Moisés, dijo uno de ellos, estas monjas están locas, van a necesitar un milagro.
- Tienes razón Abraham dijo el otro, si ese auto arranca me convierto a su religión.
