En un edificio de apartamentos, un hombre soltero se moría de curiosidad por saber por qué su vecina que era viuda, y vivía sola, gritaba y gemía por las noches de una forma escandalosa.
Hasta que no pudo más, y se puso a observarla por un hoyo de la puerta y lo que vio, lo dejó helado, pues resulta que la mujer, antes de enterrar a su marido, le cortó con un cuchillo el pene, lo mandó a disecar.
Lo puso en la pared a la altura de su cintura, y todas las noches abrazaba la pared y se masturbaba hasta el orgasmo.
Ya que la viuda era jóven y atractiva, al vecino se le ocurrió la idea de hacer un hoyo en la pared; quitó el pene del difunto y puso el de él, y se puso a esperar a la vecina.
Luego de varias semanas de goce ella llegó con un cuchillo en la mano derecha, con la izquierda agarró el pene y ¡Zas! lo cortó
¡Nos mudamos!
Gracias a Armando