Así los aldeanos lo llamaban "el cañonazo de las doce" y era un símbolo tradicional que enorgullecía al pueblo.
Un día una anciana que iba de compras con su nieto pequeño resbala al bajar unas gradas y se le escapa un ¡sonoro pedo!
- ¿Qué fue ese ruido abuela? preguntó el pequeño asustado.
- Es el cañonazo de las doce, respondió muy serena la abuela
Un borrachín que estaba bebiendo cerca le gritó:
- ¡Señora! (hic) ponga su culo en hora, ¡todavía faltan diez minutos!