Debido a esta prolongada soledad era un tipo inocente y casi no tenía trato con humanos.
Un buen día conoció a Jane, una hermosa jovencita que se encargó de ponerlo al día con la civilización enseñándole todo lo que el no sabía.
Ella tabién se sentía atraída por Tarzán y quiso enseñarle educación sexual.
Dada su inocencia debía enseñarle como a un niño.
- Eso que tienes colgando entre las piernas, dijo Jane, es un trapito que se ensucia y debe lavarse y esto que tengo entre mis piernas es una lavadora, ¿Quieres lavar tu trapito?
Tarzán lavó su trapito y le gustó.
Tanto que durante los siguientes cinco días lo lavaba y lavaba y lavaba sin parar.
- Tarzán, dijo Jane, no es bueno lavar tu trapito tantas veces pues se puede gastar o malograr la lavadora, por favor vete y regresa en tres días.
Sin embargo pasaron quince días y Tarzán no aparecía por ningún lado.
Preocupada Jane lo buscó por todo el bosque hasta que lo encontró.
- Tarzán, ¿Porqué no has vuelto a lavar tu trapito?
- Mi no necesitar tu lavadora, ¡Tarzán haber aprendido a lavar a mano!