Fallece un anciano en el pueblo y la viuda tenía la tarea de vestir al difunto.
Como le era muy difícil hacerlo sola llamó a uno de los amigos del difunto para que la ayude
- Don Gumercindo, por favor ¿Me podría ayudar a vestir a mi difunto esposo? No puedo hacerlo sola.
- Encantado, responde Don Gumercindo
Y así empiezan a vestirlo, al momento de llegar a poner los pantalones se deja ver que el difunto tenía un miembro extremadamente grande
- Igual que el mío, dice Gumercindo
- ¿Así de grande? Pregunta la viuda un tanto sonrojada
- No, ¡Así de muerto!