Un señor estaba en su mejor ronquido cuando suena el teléfono a las 3 de la madrugada.
- Aló, ¿Doctor? Habla Arístides , el capataz de su hacienda.
- Hola Arístides, ¿pasó alguna cosa grave?
- No, nada serio Doctor, sólo quería avisarle que ¡su lorito se murió!
- ¿Mi lorito? ¿Aquel que compré en el mercado el mes pasado?
- Si patrón, ¡ese mismo!
- ¡Qué lástima! Yo que había pagado una pequeña fortuna por él.
- Pero...¿de qué murió?
- Comió carne podrida.
- ¿Carne podrida? ¿Y quién le dio carne podrida?
- Nadie Doctor, él se la comió de uno de los caballos que estaban muertos.
- ¿Caballos? ¿Qué caballos?
- Dos de sus caballos pura sangre .
- Mis pura sangreeeee?
- Es que los pobres se murieron de cansancio, por tener que jalar la cisterna de agua.
- ¿Y por qué jalaban la cisterna de agua?
- ¡Para apagar el fuego!
- ¿Fuego, qué fuego? ¿Dónde?
- En su casa patrón ... una vela se cayó debajo de una cortina y prendió fuego a la casa.
- ¿Vela? Pero... ¿quién encendió una vela en mi casa si tiene electricidad?
- Fue una de las velas usadas en el velorio .
- ¿Velorio? ¿Cuál velorio?
- El velorio de su mamá, patroncito. Ella llegó en la madrugada sin avisar y yo le metí un balazo pensando que era un ladrón.
- ¡¡¡¡Noooooooooooooooooooooooo !!!! ¡¡¡No puede ser!!!
- CALMESE CALMESE ¡Ya, ya... patrón no exagere! ¡No arme tanto escándalo por un puto loro !