El dentista notó que su paciente, una anciana, estaba algo nerviosa. Por eso decidió contarle una broma antes de colocarse sus guantes.
- ¿Sabía usted cómo se hacen estos guantes? - le preguntó.
- No, no sé. - respondió ella.
- Bueno, -suspiró él- hay un edificio en Canadá con un gran tanque de látex, los trabajadores van hasta el tanque y hunden sus manos de todos los tamaños en él, luego las dejan secar, se sacan los guantes y los depositan en distintas cajas según el tamaño.
La anciana ni se inmutó.
- Al menos lo intenté - pensó él.
Cinco minutos después, durante un delicado procedimiento, ella estalló en carcajadas.
- ¿Qué fue tan gracioso? - preguntó el dentista.
- ¡Es que me estaba imaginando cómo hacen los condones! - dijo ella.