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martes, 22 de mayo de 2012

De Médicos (El sustituto)




Un médico anciano que siempre trabajó en el medio rural, pensó que ya había llegado la hora de jubilarse después de haber ejercido la medicina durante 50 años.


Encontró a un joven médico que quisiese ocupar su sitio y le sugirió que le acompañase en las visitas a domicilio para que las personas se habituasen a él de manera gradual.
 
La primera visita se trataba de una mujer que se quejaba de dolores en el estómago. El anciano doctor le respondió:

  • Sabe, señora,  la causa más probable es que usted abusa de las frutas frescas… ¿Por qué no reduce un poco su consumo diario y selecciona las mejores?
 
Cuando salieron de la casa el joven médico le preguntó:


  • Doctor, si usted ni siquiera examinó a la mujer… ¿Cómo consiguió hacer un diagnóstico tan rápido?
 
  • Bueno, no merecía la pena examinarla. ¿Usted se dio cuenta de que dejé caer el estetoscopio al suelo? Bueno, cuando me agaché para recogerlo, vi que había media docena de cáscaras de naranjas, manzanas y ciruelas verdes, inadecuadas para el consumo, en el cubo de la basura. Y eso es seguramente lo que le ocasionaba los dolores de estómago. En la próxima visita,  usted se encargará del examen.
 
Humm, que astuto es, pensó el joven.
 
En la siguiente casa, se entretuvieron durante varios minutos hablando con una mujer bastante joven y atractiva, quien se quejaba de mucha fatiga.


  • Doctor, me siento totalmente sin fuerzas… dijo
 
El joven doctor le respondió entonces: 


  • Usted, quizá, se entrega demasiado a la iglesia. Si redujese esa actividad, tal vez recupere su energía.
 
Una vez que hubieron abandonado la casa, el anciano doctor le dijo a su sustituto:
 

  • Su diagnóstico me ha sorprendido… ¿Cómo fue que llegó a la conclusión  de que aquella mujer se daba en cuerpo y alma a los trabajos religiosos?
 
  • Yo apliqué la misma técnica que usted me enseñó: Dejé caer mi estetoscopio al suelo, y cuando me agaché para recogerlo, ¡Vi al cura debajo de la cama!